El estreñimiento o constipación es un problema muy frecuente en la actualidad, si bien no es exclusivo de algún género o edad, afecta con mayor frecuencia a las mujeres jóvenes y se asocia a un sinfín de enfermedades, desde fisuras anales hasta el cáncer colorrectal.
Su desarrollo puede estar asociado principalmente a tres factores, la calidad de la alimentación, la velocidad del tránsito gastrointestinal o los mecanismos de defecación, estos factores a menudo se encuentran asociados y contribuyen para establecer diferentes grados de severidad.
Hasta el 80% de los casos de estreñimiento crónico son asociados a alguna transgresión en los hábitos alimentarios, principalmente baja ingesta de fibra o de líquidos, y es a través de cambios en estos hábitos que se logra mejorar la calidad de las evacuaciones, incluso sin la necesidad de establecer algún tratamiento médico por medio de algún tipo de laxante.
El 20% restante representa un verdadero reto, desde el punto de vista del diagnóstico y el tratamiento, ya que la mayoría de las veces estos pacientes presentan trastornos combinados, como síndrome de intestino irritable o colitis, y trastornos del piso pélvico, es decir presentan alteraciones en la velocidad del tránsito y en el mecanismo de la defecación.
La razón exacta por la cual se ven más afectadas las mujeres no se ha determinado con exactitud, pero sin duda están asociados efectos hormonales, efectos mecánicos relacionados al embarazo y algunas conductas higiénico-dietéticas consideradas viciosas, como la prolongación del deseo defecatorio y la baja ingesta de líquidos.
En la actualidad existe una amplia gama de productos en el mercado adicionados con algún tipo de fibra, la mayoría de ellos en polvo, ya sea de grado farmacológico o naturista, todos ellos pueden tener algún grado de utilidad, pero cuando se consumen de forma crónica llegan a perder su efecto terapéutico obligando a los pacientes a probar todas las opciones posibles. En el mejor de los casos el cambio será hacia la mejoría, pero en otros casos, no poco frecuentes, existen efectos adversos, se retrasa el diagnóstico y por lo tanto el tratamiento adecuado, de forma que se pueden agravar algunos padecimientos.
Los pacientes que tienen tránsito lento pueden incluso presentar deterioro si la ingesta de fibra excede el consumo de líquidos, aquéllos que padecen algún trastorno asociado directamente con el mecanismo de la defecación, es decir, alteraciones del piso pélvico, podrán consumir todo tipo de medicamentos con efecto laxante y difícilmente notarán alguna mejoría.
En estos casos en particular, mujeres con antecedentes de dos o más embarazos, con síntomas asociados de incontinencia urinaria, dolor pélvico y estreñimiento caracterizado por pujo excesivo, en ocasiones incluso asociado a dolor anal o sangrado, el tratamiento debe estar enfocado a la rehabilitación del piso pélvico a través de varias sesiones de ejercicios de biorretroalimentación o neuroestimulación que permitan reentrenar estos músculos para facilitar la evacuación.
Las recomendaciones básicas son la ingesta diaria de fibra en una cantidad adecuada, ya que tanto el exceso como la deficiencia de la misma pueden ser perjudiciales, la ingesta de líquidos y la práctica diaria de ejercicio, que permiten que el tránsito intestinal sea eficiente y por lo tanto las evacuaciones sean satisfactorias. Cuando estas medidas fracasan es momento de acudir con el especialista para identificar posibles factores que eviten la mejoría.